Madre luna, ¡oye mi aullido!

Mi pálido pensar se comenzó a manifestar, una vez más, en mi cuerpo con cantidades ingentes de recuerdos y pensamientos mustios, de dudas propias de la edad; mi absurda percepción oscura de las cosas sigue consumiéndome: creer que la vida mía no tiene sentido alguno y que por alguna razón aún no desaparezco (pertecta o no, no puedo amarla -en el amplio sentido de la palabra-). La melancolía ha vuelto a surgir desde lo más recóndito de mi ser. Una vez más mis despertares son agrios, siento la desazón matutina de la rutina en mi cuerpo consumiéndome; yo sólo quiero seguir durmiendo -por toda la eternidad, si es posible-. Estoy esperando que la lluvia me ahogue mientras me incinero los ojos observando el brillo de la luna triste, ella ha escuchado mi melodioso llanto mudo y se ha entristecido conmigo. Madre luna se'sconde y no volverá a salir hasta que esté preparada, finalmente, para conocerme realmente. Padre tiempo se hace cada instante más viejo y yo junto con él hasta desvanecerme entre la niebla del olvido.

Comentarios

Entradas populares