Sentada, pensando en nuestras cortas salidas
pensando en las maravillosas horas que nos otorga Padre Tiempo
horas que se me hacen largas.

Charlas que son mejores que algún orgasmo existente,
mejor que el sexo. Sí, mucho mejor.

Mi corazón está lleno de alegría, como si escuchara
las cuatro estaciones de Vivaldi,
como si por las noches resonara Nocturne de Chopin,
como cuando contemplo a Madre Luna sentada, mientras escucho
Moonlight sonata de Bethoven.

Un cariño clásico, como si de tiempos antiguos se tratase,
como si hubiera conocido antes a este personaje tan curioso,
tan "extraño" como yo.

Mi corazón baila junto al suyo con un Vals de Strauss. 
Y el color rojo de mi corazón , bombeando más fuerte, 
me ha manchado la blusa.
Creo que no la lavaré.

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